La política economicista puede convertirse en ciencia oculta y elaborar un discurso axiomático, incuestionable, con el temple del dogma correspondiente a la apariencia.
Nada más difícil ni más útil que ese gesto de placer, relajamiento, concesión, tolerancia, supremo invento de la especie, la risa, idioma de incuestionable universalidad en todas las edades.