La paráfrasis de una consigna en las protestas de Nanterre de 1968 se adaptaría al porvenir del SI en la consulta: la imaginación al mando de la Asamblea.
En el siglo XIX se advirtió la relación entre dinero –el oro como equivalente general de todas las mercancías- y la moneda, expresión del arbitrio de la autoridad económica. Al dinero lo hacen la historia y la producción, mientras que la moneda desciende de la fuerza.
Hace pocos días, la AEDEP publicó una proclama bajo la palabra citada. Los pronunciamientos de la prensa han encontrado generalmente cierto eco en el conjunto de la sociedad ecuatoriana. No obstante, esta vez no.
En la historia, pocos momentos permiten a una representación política convocar al pueblo para enfrentar la demanda de su época.
Ecuador ha tomado demasiada distancia del pensamiento y espíritu con el que fue creado.
Con el ascenso de Alfredo Palacio a la Presidencia resurgió la idea de la Constituyente que él mismo invocó en un principio. A poco, se presentó la inercia de la representación política de casi treinta años.
Dos espacios económicos han alcanzado el cenit del poder en el mundo. El monopolio de las finanzas y la producción de la subjetividad colectiva.
Paulatinamente, el país va dejando atrás tensiones del derrocamiento del régimen de Lucio Gutiérrez. A la par, rememora obsesivas consignas movilizadoras y se sumerge en mutaciones paralizantes.
El 15 de enero, el Presidente rindió su informe sin considerar la situación de la nación ni su política frente a esa situación. Simplemente, trasladó los memorandos de tareas de sus Ministros y acentuó las diferencias con un sector de la oposición.
La transparencia posee varios sentidos y direcciones. Caso especial fue el que protagonizó Gustavo Noboa Bejarano. De sarcasmo en broma, o de impromptu en impromptu, señaló incontrovertibles verdades: todo mundo sabe –afirmó– que el Fondo escribe la Carta de Intención y el Presidente solo la firma. Se refería a la relación del Estado con el…