Se abisma más allá de la crisis económica. La pendiente cuestiona su existencia. Es inconmensurable la pérdida de recursos y condiciones de reproducción de su riqueza social. La pretendida soberanía agoniza anestesiada y premeditadamente.
En Ecuador no hay política social, aún debe elaborarse. Su lugar ha sido ocupado por simuladas respuestas a colectivos de extrema pobreza e indigencia cuya única demanda es comer hoy. La real protección y asistencia que el Estado ha realizado es al sistema financiero y bancario que usurpó el ahorro nacional.
La transición hacia una economía mundial descubre al FMI -constituido por representantes de diversos Estados, bajo la dirección del G-7 y, en última instancia, de Estados Unidos- en su absoluta obsolescencia, junto a organizaciones tales como el BM, BID, BAsD (Banco Asiático de Fomento).
El poder tradicional renuncia a la soberanía paulatina e irreversiblemente, se entregó la significación internacional del país, las decisiones fundamentales sobre su territorio, la capacidad resolutiva respecto de fuerzas extranjeras en su seno, y hoy se despoja desesperadamente de la autoridad monetaria.
La mención de la dolarización, no premeditada decisión económica sino argucia política, generó distensión. El gobierno ganó tiempo y sentó otras bases para sus alianzas destinadas al mismo esquema de poder, aunque posiblemente con representantes frescos.
La crisis involucra la totalidad social. Ya no basta la voluntad de los dirigentes para el porvenir. Emergen fuerzas superiores, el caos y la naturaleza de las cosas. Cuando una crisis no tiene salida, el caos resuelve, Ecuador transita esa circunstancia.
La usura moderna cuenta con sus -también modernos- financistas, corredores de préstamos, intrigantes, jueces, escribanos, sirvientes, cocineros y cocheros de la banca.
Un programa de televisión que parodia la política nacional y la comunicación colectiva, Ni en vivo ni en directo, ha creado una fórmula de humor al transparentar la esencia del discurso gubernamental constituido por dos noticias, una buena y otra mala. La buena es un paso al paraíso de la iniciativa del mandatario; la mala,…
Diez años de facilidad para uso de la base de Manta y el carácter vinculante del criterio del FMI acerca de la renegociación se conjugaron (y se camuflaron) en la declaración del Presidente Mahuad.
Ecuador está atrapado en el pasado. Esa continuidad satura dramáticamente las publicitadas soluciones que carecen de trascendencia.