La política exterior siempre proyecta la política interna. No obstante, en Ecuador responde directamente a sugerencias, presiones e intereses externos en lo territorial, económico, político y militar.
La transición económica que organiza la Unión Europea carece de representación política propia. A partir de 1991, ese espacio ha sido ocupado por la irrupción de la unipolaridad militar.
La desnudez de dos decadencias está en la pasarela bélica. La avanzada del mundo desarrollado, Estados Unidos e Inglaterra, y la periferia del subdesarrollo, Afganistán.
El historiador Paul Kennedy en su libro Auge y caída de las grandes potencias descubre en el sacrificio de recursos económicos por la supremacía militar una de las causas de decadencia de las grandes potencias. Su obra es advertencia premonitoria ante el costo que la administración norteamericana prevé para su propia “seguridad”.
Ha desaparecido -¿momentáneamente?- la política internacional. Su lugar lo ocupa el antiterrorismo. Esto conduce al colapso del sistema de relaciones internacionales, a la momificación de la ONU, la substitución del Consejo de Seguridad por la súbdita OTAN y, de alguna manera, a la muerte del derecho internacional.
La guerra del Golfo se inició con George Bush-padre y continúa con los movimientos militares ordenados por Bush-hijo. El espíritu de esta guerra es terminar con el mal, el terrorismo, rostro de tantas maldades. También gas y petróleo se transforman en terror.
La temperatura mundial se elevó notablemente en la última década.
El siglo XIX concluyó con la convicción de que la guerra era la continuación de la política por otros medios. Así pensaron teóricos, grandes políticos y estudiosos de los conflictos bélicos.
1989 evidenció el carácter mundial de la emergente economía. Más tarde se manifestó -en consecuencia- también otra perspectiva, la militar. Nuevas enemistades reorganizarían alianzas y bloques armados.
La Ley Helms Burton, fanática y repleta de prohibiciones a la naturaleza de las cosas, se da en el escenario de las elecciones norteamericanas. Promulgada por Clinton, se convierte en arma de sus adversarios. La ultraderecha tendió esta trampa a su candidatura. La arrasadora presencia de Robert Dole -ahora un moderado- tiene como premisa inmediata…