Ha desaparecido -¿momentáneamente?- la política internacional. Su lugar lo ocupa el antiterrorismo. Esto conduce al colapso del sistema de relaciones internacionales, a la momificación de la ONU, la substitución del Consejo de Seguridad por la súbdita OTAN y, de alguna manera, a la muerte del derecho internacional.
La red bancaria y su poder económico opera sobre la propiedad de los medios y determina su orientación garantizando la continuidad de su poder político.
La mayoría de noticieros, comentarios y entrevistas ha adquirido algo de la violencia embrutecedora de la TV. El aluvión de datos alucinantes gesta ocupaciones anonadantes. La TV demuestra y exhibe fácilmente seudo verdades-soluciones-técnicas-conocimientos y con ellos perfuma el pronunciamiento social, el eco de su propia voz.
La información para el desarrollo destaca la trascendencia del espíritu, la que se plasma en los productos de su trabajo, se sublimiza como memoria, se contiene como potencial hacedor.