Hace tres décadas se impuso paulatinamente la noción de que los problemas del país se tejen de corrupción, conflictos judiciales, criminalidad de la política. No del poder. Creencias cultivadas para proteger intereses reales.
Fue al comienzo de nuestra Era. Se presagió que podría repetirse después de dos mil años.
El cine aporta momentos prodigiosos de sus funciones, da testimonio de épocas y desata factores de la imaginación y la conciencia.
El pesimismo social generalmente ha sido motivado por guerras, calamidades naturales, pestes, choques culturales, discriminaciones o por lo inalcanzable de la simple causa de la libertad.
La mayoría de noticieros, comentarios y entrevistas ha adquirido algo de la violencia embrutecedora de la TV. El aluvión de datos alucinantes gesta ocupaciones anonadantes. La TV demuestra y exhibe fácilmente seudo verdades-soluciones-técnicas-conocimientos y con ellos perfuma el pronunciamiento social, el eco de su propia voz.
La práctica humana y su saber están contenidos en una invisible totalidad que, en última instancia, explica lo que de ella se desprende. De todas las cosas hechas o hacedoras de esa totalidad, hay dos que se fusionan imitándola, el teatro y la política. Esta pareja posee de común géneros, intenciones, funciones, múltiples discursos e…
Y la tempestad de la historia se convirtió en piedra. Quedó sin palabras. Una inmensa poesía muda. Las manos que la hicieron son las de Alfredo Palacio.