Se ha llegado a plantear que la imagen es todo, la verdad o la mentira. En la imagen caben aciertos, distorsiones, tácticas y estrategias. Gracias a ella, los grandes medios de comunicación, siendo parte del poder, simulan no ser fabricantes de lo que fabrican: la viciosa subjetividad colectiva.
Los hechos sociales y la comprensión de ellos se presentan y formulan envueltos en apariencias.
A las condiciones en las que se inicia el proceso electoral 2002, se añade el pasado reciente. Momento en el cual el poder se resquebrajó y restableció para controlar la reacción social frente a la pérdida de soberanía del Estado y la estafa bancaria a la que fue sometida la nación.
El historiador Paul Kennedy en su libro Auge y caída de las grandes potencias descubre en el sacrificio de recursos económicos por la supremacía militar una de las causas de decadencia de las grandes potencias. Su obra es advertencia premonitoria ante el costo que la administración norteamericana prevé para su propia “seguridad”.
La primera víctima de una guerra es la verdad, por pérdida de entendimiento de sus determinaciones, terror a fantasmas de coyuntura, pánico fabricado, fobias a lo desconocido, introversión en la identidad propia, repudio a otras identidades, refugio en dioses propios y satanización de los ajenos.
Ha desaparecido -¿momentáneamente?- la política internacional. Su lugar lo ocupa el antiterrorismo. Esto conduce al colapso del sistema de relaciones internacionales, a la momificación de la ONU, la substitución del Consejo de Seguridad por la súbdita OTAN y, de alguna manera, a la muerte del derecho internacional.
El fracaso del sistema bancario especulativo se proyecta en el (su) sistema político, mas devaluado que el sucre y sin otro nexo que con la lógica del poder. De ésta extrae todo su entendimiento que semejante a “(…) la hoja de un cuchillo sin mango, hiere la mano de su dueño”. Por eso, teme exhibir…
La liquidación de Filanbanco es otra victoria del único poder verdadero, acunado en el misterio de la trinidad: banca, Estado y grandes medios de comunicación colectiva.
El crac de Argentina es síntoma de una tragedia continental. Hace visibles las recetas del FMI, el dogal de la deuda externa, las cómplices élites usufructuarias y depredadoras de estos aparatos estatales.
El contradictorio proceso de globalización genera el debilitamiento de los Estados nacionales. No obstante, el conjunto denominado G-7 aparece consolidado, y en particular, Estados Unidos.