El Estado agoniza. La comunidad financiera, la banca especulativa, un puñado de medios de comunicación, intereses bélicos lo determinan.
“El momento de la diplomacia ha terminado”, afirma el Departamento de Estado. Su práctica –mas persuasiva y visible- exhibe 200.000 super soldados listos para la invasión.
El triunfo del Partido Republicano en las elecciones del martes 5 de noviembre no es una variante del reiterativo círculo de la administración de Estados Unidos. El fracaso electoral del Partido Demócrata tampoco corresponde a los periódicos retrocesos que los dos partidos han sufrido o disfrutado en momentos previsibles (casi preestablecidos) de agotamiento o desgaste…
Los hechos sociales y la comprensión de ellos se presentan y formulan envueltos en apariencias.
La dolarización se impuso a Ecuador como política militar y no monetaria. No requirió reforma financiera ni transformación crediticia ni constitucional. Apenas, reconocimientos estériles sobre la pérdida de funciones del Banco Central.
La crisis de 1929 fue uno de los antecedentes de la Segunda Guerra Mundial. Países que enfrentaron esa depresión lo hicieron con menos nerviosismo que aquel con el que se vive esta crisis de 2002 iniciada a fines del siglo XX y que camina hacia otras guerras.
Las elecciones 2002 de Colombia muestran la decadencia de la organización social y el Estado colombianos. El triunfo de Álvaro Uribe Vélez hace visible la estrechez del régimen democrático y el carácter belicista de la todavía incipiente intervención militar extranjera.
La transición hacia una economía mundial descubre al FMI -constituido por representantes de diversos Estados, bajo la dirección del G-7 y, en última instancia, de Estados Unidos- en su absoluta obsolescencia, junto a organizaciones tales como el BM, BID, BAsD (Banco Asiático de Fomento).
La violencia de la política económica y la vacuidad de las relaciones públicas constituidas en fundamento de promoción y protección del gobierno van preparando una explosiva caldera social y, a la par, su prefiguración presagia que será aplastada. El gobierno lo presiente y de manera indirecta prepara la «pacificación» interior.
El precio de la paz fue la derrota de las aspiraciones, invocaciones jurídicas y argumentos históricos del Ecuador.