En el ascenso de un sistema de poder, su variada representación polariza las opciones que ofrece al electorado y desarrolla ideas con las que han de competir sus organizaciones políticas. En el descenso, se evidencian imprevistos enfrentamientos incluso entre amigos representantes del poder decadente, cuyas confrontaciones muchas veces han llegado a la criminalidad.
En la historia, pocos momentos permiten a una representación política convocar al pueblo para enfrentar la demanda de su época.
Hace tres décadas se impuso paulatinamente la noción de que los problemas del país se tejen de corrupción, conflictos judiciales, criminalidad de la política. No del poder. Creencias cultivadas para proteger intereses reales.
La nación conoció en 1976 el inicio de la destrucción de amplios sectores productivos. La economía y la política que hasta entonces tenían nexos verbales con la agricultura, artesanía, manufactura, industria, tierra, tecnología, soberanía transmutaron sus palabras para depredar el Estado y sus recursos desde la esfera de la circulación.
La guerra civil debe ser enfrentada como tal en el planteamiento de sus soluciones políticas o militares.
En el pasado, la mayor parte de ellas fueron camuflajes o lo que podía admitir la circunstancia. En pocas ocasiones, las Constituyentes representaron lo necesario y viable.
Se ha iniciado el fin de lo que se creara en el período 1976-1979, cuando se instituyó el poder financiero en la conducción del Estado y se formaran la ID, la DP y el PSC reorganizado, bajo los servicios del Triunvirato Militar.
El forcejeo alrededor de la Corte Suprema de Justicia es síntoma de la catastrófica destrucción del Estado ecuatoriano que ha perdido autocontrol, defensas, capacidad legislativa y política.
Las cabezas de la oposición y del gobierno se imputan haber cometido violaciones varias. Del Código Penal, unas y de la Constitución, otras.
La política, una de las expresiones de la conciencia, se convierte en pensamiento al redescubrir el poder en la mutación social, cualidad definitoria de cada instante. En la historia del Estado son recientes y pocos esos relámpagos.