La tragedia mayor fue la pérdida de la posibilidad de conciencia del por qué y del sentido de la realidad, mas que la mutilación del sueño territorial. Si la denuncia fuese cierta, se añadiría un drama moral, un apéndice al desastre.
La voracidad tumultuosa de pocos y los anhelos de muchos en marchas y contramarchas se arrogan la representación de la nación.
El 15 de enero, el Presidente rindió su informe sin considerar la situación de la nación ni su política frente a esa situación. Simplemente, trasladó los memorandos de tareas de sus Ministros y acentuó las diferencias con un sector de la oposición.
La nación está avocada a restituir una de sus fuentes mas trascendentes del derecho y la soberanía, la ciudadanía. Hoy, desorganizada, ideológicamente agredida, moralmente desarmada y políticamente confundida.
¿Cuál es la agenda en la que se concentra la expresión de los intereses nacionales? ¿Cuáles son las reales pretensiones de la contraparte norteamericana?
El voto favoreció a las mejores administraciones locales. En ese marco, se contuvieron victorias, inercias y derrotas.
La importancia del debate entre John Kerry y George W. Bush, en apariencia reducido a Iraq, Corea y sobre la coalición necesaria para organizar la victoria, volvió previsible la dirección de Estados Unidos frente al mundo.
Los programas (promesas, dice el sentido común) valen menos que los pequeños pasos, creaciones, inventos o avances de la técnica. Por mínimos que éstos sean, involucran la totalidad social y, a largo plazo, a la especie y sus relaciones.
El conflicto tributario con Oxy ha provocado cierta tensión colectiva. Proyecta un síntoma agregado de antagonismos mas hondos: la conversión del territorio ecuatoriano en espacio de libre quehacer de intereses extranjeros y la ausencia del Estado.
La política exterior de Bush involucró a Estados Unidos en un conflicto prolongado relativamente irreversible de potencialidad inconmensurablemente dañina respecto de las relaciones internacionales, sus reordenamientos y culturas.