El referéndum sobre la Constitución europea concluyó en mayoría por el No. Decisión que vetó, entre otras, el carácter absolutista de una concepción neoliberal en la creación del sujeto europeo que pretendió tener palabra en la política mundial. El No pospone y reconstituirá esa palabra.
Europa, sin embargo, podría mirarse en el espejo y exclamar: tanta historia para tan poco poder.
La Primera Guerra Mundial “aportó” a la psiquiatría desde las trincheras. En poco tiempo, se descubrió la relación entre zonas cerebrales, sus funciones y el resto del cuerpo. La mutilación de espacios neuronales podía modificar, sin matar, la condición psíquica del individuo. Era posible convertir la violencia en discreto y sumiso silencio.
El cambio de la historia universal a partir de 1989 es uno de los mayores de que se tenga noción.
Ha desaparecido -¿momentáneamente?- la política internacional. Su lugar lo ocupa el antiterrorismo. Esto conduce al colapso del sistema de relaciones internacionales, a la momificación de la ONU, la substitución del Consejo de Seguridad por la súbdita OTAN y, de alguna manera, a la muerte del derecho internacional.
1989 evidenció el carácter mundial de la emergente economía. Más tarde se manifestó -en consecuencia- también otra perspectiva, la militar. Nuevas enemistades reorganizarían alianzas y bloques armados.