Cuando se posesionó el Presidente de la República, los vientos neoliberales eran todopoderosos. Los empresarios pensaban que podrían haber sido mejores si no hubiese sido por el Estado intervencionista; durante un instante los trabajadores se imaginaron ser algo parecido a gerentes. Los unos y los otros elucubraron sobre un país de managers, sin partidos políticos…
El Estado ecuatoriano se fundó sin representar, armonizar, defender ni cuidar la diversidad de los pueblos bajo su jurisdicción. Se pensó en un territorio y sus propietarios, y los pueblos indios no eran propietarios de nada. Fueron las razones de Estado acerca del pueblo siempre pueriles, audaces, repletas de delictiva sagacidad, posesas de una ideología…