Fecha del golpe de Estado. Puso en evidencia el significado determinante de la «gesta de febrero», ocasión de urdida victoria del viejo poder bajo la piel del 5 de febrero.
El abstencionismo, los votos nulos y blancos son la abrumadora mayoría (supera el 60%) y, sin embargo, delatan su propia derrota. Este es el pronunciamiento electoral de la ciudadanía; al ganar así pierde. Al igual que las encuestas se anticiparon con su gran decepción a la victoria del mismo poder.
Que la razón del destino del país sea la de un partido político, medio para contribuir a alcanzarla, es loable. Pero, a la inversa, imponer al país la fatalidad de un partido no solo es absurdo, sino repudiable y peligroso para la paz interior de la república.
Los intereses económicos, culturales, étnicos, regionales, reclaman espacios en el instrumento político de la nación. El derruido presidencialismo no puede ofrecerlos.
El Ecuador resiste una situación caótica resultante de afluentes de la historia, el pretérito mediato y el actual interinazgo. Contener este caos por parte de los últimos que lo desataron en las jornadas de febrero luce poco probable.
La justicia es la aspiración suprema de toda actividad. Encuentra razón para existir desde la procreación del ser humano hasta el fin de su destino.
Sobre el Ecuador se amontona toda la historia -no como pasado y presente-, únicamente como presente, tiempo sin ancestros, hecho de hoy y ahora: comunidad primitiva, esclavitud secreta, campesino siervo medieval, proletarios de los siglos XVIII y XIX, obreros ‘aristocráticos’, millones de marginados sin patrón, hacendados, amos empleadores, poderosos managers, banca de usureros y de…
El 10 de agosto, el presidente Interino presentó el Informe a la Nación que daba cuenta del «mandato» y el período comprendido entre su ascenso y el 10 de Agosto de 1997.
Durante los últimos años se ha tramitado una nueva relación entre el Partido Social Cristiano, PSC, y la Democracia Popular, DP, expuesta tibiamente en estos días por sus autores y escandalosamente, por sus opositores.
La relación entre el «financiamiento» externo (deuda) e inversión productiva extranjera pone en evidencia el callejón sin salida del subdesarrollo ecuatoriano. Mientras la deuda crece, la inversión productiva decrece relativamente. En tanto, mas dineros llegan como préstamo, menor el valor invertido en la economía real.