Cuando el Emperador nombró a su caballo, Incitato, Senador, un delirio de aprobación recorrió la Asamblea de patricios. El frenesí de alabanzas al divino Calígula intimidó siglos y aún suele entusiasmar parlamentos.
En algunos momentos de tensional atraso, ciertas nociones políticas imputaron culpa o responsabilidad individual por las acciones o impedimentos para que se realice la voluntad del gobernante (jefe, mandatario, dirigente, líder máximo). Como si todo estuviese fuera de determinaciones históricas y circunstancias sociales.
Hace 30 años se estructuraron fuerzas económicas que hasta hoy usan, usufructúan y abusan del Estado. Este poder, que ha envejecido degradado, ha conducido a casi todos los gobiernos durante esta etapa. El 24 de noviembre de 2002, la ciudadanía eligió un binomio que no lo representa de manera inmediata.
La conclusión de la primera vuelta, el 20 de octubre, puso en escena un conflicto, los ‘partidos’ que competirán en las elecciones del 24 de noviembre no son -desde la intención de los votantes- expresiones del poder. Los candidatos correspondieron más a sus propios significados y anhelos de sus electores.
El resultado electoral del 20 de octubre de 2002 estremeció al anciano régimen. Se cuestionó otra vez al poder gestado en los disparos que se hicieron contra Carondelet desde una funeraria.
Un sector de medios de comunicación ya no es solo grupo de presión, es parte del poder, de la estructura económica. Cobran importancia especial en el destino de la subjetividad de las colectividades.
Arnold J. Toynbee preguntó: “¿Han de considerarse los Estados universales sencillamente como las fases finales de las civilizaciones o como prólogo de otros Estados?”. El historiador pensaba en las ‘iglesias universales’ y las ‘hordas bárbaras’. Se añaden los imperios en su universalidad, que hasta este presente ninguno tuvo dimensión planetaria.
Se ha llegado a plantear que la imagen es todo, la verdad o la mentira. En la imagen caben aciertos, distorsiones, tácticas y estrategias. Gracias a ella, los grandes medios de comunicación, siendo parte del poder, simulan no ser fabricantes de lo que fabrican: la viciosa subjetividad colectiva.
El crimen de Estado se protege. A priori, está justificado por el silencio que impone. La tradición enseña que son crímenes buenos, no-punibles, ejemplarizadores, inincriminables.
Los hechos sociales y la comprensión de ellos se presentan y formulan envueltos en apariencias.