También con nuevos actores, Ecuador revive el pasado.
Para el FMI (organismo subsidiario del gobierno de Estados Unidos), América Latina tiene un precio político distinto en cada país.
La reunión de presidentes de los Estados sudamericanos acordó el denominado Consenso de Guayaquil, el sábado 27 de julio de 2002.
El gobierno presidido por Gustavo Noboa Bejarano dejó que el tiempo macerara el espectáculo del Ministerio de Finanzas. Según su vocero, Oscar Zuloaga, conocían su preparación “desde diciembre”, pero al decir del Presidente no podían actuar a partir de “solo rumores”.
“Toda fe ejerce una forma de terror (…) temible cuando los ‘puros’ son sus agentes”. Cioran
A las condiciones en las que se inicia el proceso electoral 2002, se añade el pasado reciente. Momento en el cual el poder se resquebrajó y restableció para controlar la reacción social frente a la pérdida de soberanía del Estado y la estafa bancaria a la que fue sometida la nación.
La técnica del golpe de Estado falló. Pero rectificarán y volverán a insistir.
El título es paráfrasis de la afirmación de Alain Touraine: La Argentina es un país que no existe. Afirmación que bien podría hacerse de la mayoría de Estados de América Latina, exceptuados Brasil, México, Cuba, Chile y los esfuerzos de Venezuela.
La cohesión social siempre fue tarea de los pueblos. Y, a su manera, también de jefes que intermitentemente consolidan su jefatura subordinando a la colectividad mediante la puesta en escena de aterradoras fuerzas exhibidas en la ejecución de alguno de sus inculpados.
El ritmo de la evolución social generalmente se adelanta a ciertas palabras, denominaciones y lugares comunes que pierden su semántica originaria por esa mutación.