La aprobación de la consulta popular para el 15 de abril en el Congreso constituye una victoria del gobierno y también de la oposición. El triunfo del pueblo hubiese supuesto una ruptura. La aceptación de la convocatoria ha protegido transitoriamente al Congreso del juicio social.
El monopolio político está al borde de declararse en estampida. Antes preparará un cuarto golpe de Estado Constitucional. Ha derrotado al gobierno que tiene en sus manos. Desgaste final de sí mismo. Cuestionado por el pueblo, este monopolio advierte el peligro. Presiente un llamado de atención, incluso del poder que representa. Ha consumido la confianza…
En la historia, pocos momentos permiten a una representación política convocar al pueblo para enfrentar la demanda de su época.
El paro en Orellana y Sucumbíos constituye uno de los momentos cruciales y sintomático de la necesidad de transformación política.
La nación conoció en 1976 el inicio de la destrucción de amplios sectores productivos. La economía y la política que hasta entonces tenían nexos verbales con la agricultura, artesanía, manufactura, industria, tierra, tecnología, soberanía transmutaron sus palabras para depredar el Estado y sus recursos desde la esfera de la circulación.
En el pasado, la mayor parte de ellas fueron camuflajes o lo que podía admitir la circunstancia. En pocas ocasiones, las Constituyentes representaron lo necesario y viable.
Se ha iniciado el fin de lo que se creara en el período 1976-1979, cuando se instituyó el poder financiero en la conducción del Estado y se formaran la ID, la DP y el PSC reorganizado, bajo los servicios del Triunvirato Militar.
Las cabezas de la oposición y del gobierno se imputan haber cometido violaciones varias. Del Código Penal, unas y de la Constitución, otras.
La tragedia mayor fue la pérdida de la posibilidad de conciencia del por qué y del sentido de la realidad, mas que la mutilación del sueño territorial. Si la denuncia fuese cierta, se añadiría un drama moral, un apéndice al desastre.
El Estado agoniza. La comunidad financiera, la banca especulativa, un puñado de medios de comunicación, intereses bélicos lo determinan.