El Presidente Mahuad ha desgastado símbolos religiosos para someter la conciencia social. Cuando inició su descenso hacia la jefatura del Estado, lo hizo con el slogan Jamil es el camino.
Se replantea una pregunta tradicional «¿quién manda en Ecuador?». A Mahuad se le atribuye estar sometido al capricho, ilusiones y desventajas que le impone Jaime Nebot.
Hace 3000 años un legislador espartano advirtió: «el pueblo no obedece las leyes si no le dan ejemplo de obediencia los magistrados». Aquello no fue una lección sino un presagio. La profecía se ha cumplido en todos los tiempos. También, en nuestro país. Ahora se diría que en el horizonte solo acecha la desobediencia del…
Toda declinación ideológica adquiere peculiaridades maniqueas. Ante la inconsciente estupefacción social por la evolución, las envejecidas nociones se mutan en imágenes fijas y pautan adhesiones acríticas, posturas unidimensionales y ocultamientos de los intereses en juego. Sus actores disputan recitando un libreto escrito para la inocencia del subdesarrollo.
Los intereses económicos, culturales, étnicos, regionales, reclaman espacios en el instrumento político de la nación. El derruido presidencialismo no puede ofrecerlos.
Lo dicho por el general René Yandún ha armado en las altas esferas un efímero alboroto con cierto matiz medieval. La verdad en tiempos de «democracia» no debe ser real sino legal.
La Constituyente surgió como consigna a comienzos de los años 90. Las razones tenían y tienen que ver con el agotamiento del Estado presidencialista deteriorado por las épocas y usos desde los orígenes de la República. Su ineficacia salta a primer plano ante la imposibilidad de materializar, proyectar y simbolizar plenamente los intereses de la…
Los desenlaces asistidos por la conciencia han sido mas trascendentes que aquellos que brotaron de guerras agotadas o tramadas por pretensiones de alcanzar salidas beligerantes a desacuerdos de ínfimo interés mundial.
Es más que resultado de un pronunciamiento electoral, síntoma de explosión social.
El gobierno exhibe cierta dualidad en su política económica que oscila, con principios distintos, entre los pedidos del poder y los de los demás. Lo sucedido con el Banco Continental (su «estatización temporal») es síntoma de que una es la administración ante el régimen bancario y otra, frente al resto.