Una Constitución es la expresión jurídica mas general de los intereses que rigen e integran una o varias naciones y corresponde a determinadas épocas de desarrollo de la sociedad. Ella establece las bases del régimen político y económico, norma el estatuto de las personas, organiza el Estado y reconoce los principios que conforman su horizonte.
La idea de reconciliar la moral con la política es un anhelo antiguo. Si la política expresa siempre algún interés, su reconocimiento fluye de la condición moral que lo realiza.
Un lugar común asevera que los pueblos tienen el gobierno que se merecen. No obstante, cabría la tesis contraria: los gobiernos crean la impostura popular que los avala. Y quizás en esta afirmación radica la esencia de la telecracia, nueva forma de la democracia.
La discusión respecto de la constitucionalidad o inconstitucionalidad de la consulta puede convertirse en pueril, además, en pretexto para un poder de facto. No obstante, aún es solo la búsqueda de legitimidad para nociones primordialmente arcaicas que, en el mejor de los casos, tienden a consolidar el anquilosamiento estatal.
La viabilidad de una conducción conciente del desarrollo social surge de condiciones materiales. El partido político advino con el aparecimiento del Estado capitalista. Las facciones políticas precedentes no poseyeron la cualidad que pretenden en el presente las agrupaciones del Poder.
Algunos sectores empresariales advierten ciertas tendencias negativas en la economía tales como la reducción de las ventas, la contracción del empleo, la merma de la demanda o, en general, la incapacidad y ausencia de estímulos a los procesos productivos del mercado.
La palabra democracia ha sido inmutable, siempre significó (y significa) el gobierno del pueblo. Lo que ha ido cambiando es la noción de pueblo.
Gorbachov creía conducir de manera premeditada la transición que la perestroika publicitaba. Fidel conduce de manera instintiva una defensa de la existencia: «Nosotros no luchamos por perfeccionar el socialismo, no, en estas circunstancias, no, luchamos por la sobrevivencia». Esa es la diferencia subjetiva fundamental de estos dirigentes. Las causas de uno y otro proceso son…
Un comentarista -arbitrario y voluntarioso- preguntó a Pelé las razones por las que Brasil «envió un equipo de tercera a la Copa América, señal de irrespeto a la afición americana». Pelé repuso que no estaba de acuerdo con el contenido ni el sentido de la pregunta.