El SÍ es de los pronunciamientos electorales el más complejo de la historia de Ecuador. Su estructura posee diversas motivaciones colectivas.
En la historia, pocos momentos permiten a una representación política convocar al pueblo para enfrentar la demanda de su época.
Con el ascenso de Alfredo Palacio a la Presidencia resurgió la idea de la Constituyente que él mismo invocó en un principio. A poco, se presentó la inercia de la representación política de casi treinta años.
La salida de Rafael Correa del Ministerio de Economía es exclusión inconciente o no de una política en el seno del gobierno.
Ha devenido lugar común otorgar a cada principiante gobierno cien días acríticos antes de calificarlo.
La nación conoció en 1976 el inicio de la destrucción de amplios sectores productivos. La economía y la política que hasta entonces tenían nexos verbales con la agricultura, artesanía, manufactura, industria, tierra, tecnología, soberanía transmutaron sus palabras para depredar el Estado y sus recursos desde la esfera de la circulación.
Se ha iniciado el fin de lo que se creara en el período 1976-1979, cuando se instituyó el poder financiero en la conducción del Estado y se formaran la ID, la DP y el PSC reorganizado, bajo los servicios del Triunvirato Militar.
Paulatinamente, el país va dejando atrás tensiones del derrocamiento del régimen de Lucio Gutiérrez. A la par, rememora obsesivas consignas movilizadoras y se sumerge en mutaciones paralizantes.
La tragedia mayor fue la pérdida de la posibilidad de conciencia del por qué y del sentido de la realidad, mas que la mutilación del sueño territorial. Si la denuncia fuese cierta, se añadiría un drama moral, un apéndice al desastre.
La voracidad tumultuosa de pocos y los anhelos de muchos en marchas y contramarchas se arrogan la representación de la nación.