Ecuador necesita recuperar orgullo nacional y optimismo histórico. Hoy, no solo está en cuestión la condición de vida del pueblo sino la existencia misma de la nación y el Estado. Por eso, es imprescindible redefinir lo que sucede. No ha cambiado simplemente la política monetaria.
La historia universal dejó una certeza, los ejércitos cuyas armas las producen otros dependen (en algún grado) de esos otros, aunque siempre tienen presencia en relación con los intereses del poder inmediato.
El poder tradicional renuncia a la soberanía paulatina e irreversiblemente, se entregó la significación internacional del país, las decisiones fundamentales sobre su territorio, la capacidad resolutiva respecto de fuerzas extranjeras en su seno, y hoy se despoja desesperadamente de la autoridad monetaria.
En el ambiente hay un sentimiento de satisfacción. El presidente Mahuad fue derrocado. Su presencia lesionó intereses del país, infringió de manera reiterada derechos fundamentales, degradó la soberanía nacional, atentó contra la propiedad.
Cae la penúltima fase de la estafa y agoniza lo que no alcanzó a ser, sueño de millones de seres humanos que poblaron este espacio, la economía nacional y el Estado soberano.
En la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe-Unión Europea, en Río de Janeiro, Brasil, el día 29 de junio de 1999, tomó la palabra y dijo:
La violencia de la política económica y la vacuidad de las relaciones públicas constituidas en fundamento de promoción y protección del gobierno van preparando una explosiva caldera social y, a la par, su prefiguración presagia que será aplastada. El gobierno lo presiente y de manera indirecta prepara la «pacificación» interior.
La división internacional de los procesos productivos va borrando las fronteras nacionales; es la superación (o el tránsito) de la producción nacional en la economía mundial que no se hace de la suma de economías nacionales, sino de la continuidad global de la producción precedida por una casi uniforme circulación financiera, crediticia, monetaria.