Los programas (promesas, dice el sentido común) valen menos que los pequeños pasos, creaciones, inventos o avances de la técnica. Por mínimos que éstos sean, involucran la totalidad social y, a largo plazo, a la especie y sus relaciones.
En las negociaciones del TLC se ha planteado la aspiración norteamericana de patentar algunos descubrimientos de seres biológicos.
La política esencial que ha subordinado al Estado ecuatoriano desde 1976 sigue siendo la misma. La continuidad corresponde al triángulo de poder determinante de su quehacer. Resuelve el destino de los recursos naturales y del excedente económico, la fatalidad de las instituciones nacionales y la mutación ideológica que articula la cadena de control social.
De la calumnia o divulgación deliberada de escándalos delictivos queda el humo que oculta a la conciencia social lo que transcurre en las rieles de una política que levita en titulares de prensa y TV. No hay lugar para la estrategia nacional. Todo se reduce a la sombra que suprime la visión del porvenir impuesto…