Es imperioso y trascendente reconocer en el voto nulo un voto válido.
Un lugar común asevera que los pueblos tienen el gobierno que se merecen. No obstante, cabría la tesis contraria: los gobiernos crean la impostura popular que los avala. Y quizás en esta afirmación radica la esencia de la telecracia, nueva forma de la democracia.
El gobierno ha tomado la iniciativa. Se persigue con la consulta elevar la fuerza del derruido sistema político que ayer hizo del sector económico del Estado un elefante blanco y que hoy -con razones y sinrazones- lo pone en venta.